ODA A DOS TIERRAS

En el ocaso de una tierra antes desconocida,
traes el canto de lo esencial.

Lejos quedaron los arrayanes y las arueras,
los ceibos y los jacarandás de lila flor.

Aquí soy una con con la encina y el fresno,
con la tierra que llora por agua
para recibir en marzo su bendición.

Otro mundo se despliega en creatividad divina, y el viento devela lo invisible
ese continuo en el que todos los lugares
son manifestaciones de un mismo Paraíso.

Las raíces de estas dos tierras
que me cobijan y habitan,
se entrelazan en un amoroso abrazo.

Solo quiero aprender del silencio,
abrirle la puerta,
para que, como un río, fluya a través de mí
su verdad.

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